Sarah Burton fue algo así como el estómago en el sistema que era Alexander McQueen, la marca. McQueen, el diseñador, tenía las ideas geniales, exuberantes, inmensas, las que veíamos en los espectaculares shows que ocurrían cada temporada; y Burton era la encargada de digerir todas esas ideas y trasladarlas al plano comercial, ya fuera dentro de las temporadas de cajón (PV/OI), o en Pre Otoño y Resort, que, a mi parecer, eran su especialidad. Burton siempre fue una experta en su trabajo, y era sorprendente la manera en que lograba trabajar en conjunto con McQueen.
¿Qué pasa? Pues, como todos sabemos, Alexander McQueen dejó este mundo en búsqueda de algo mejor, y, después de mucho especulamiento, en su lugar entró Sarah Burton, quedando así ella al frente de la marca.
Su primera colección me pareció un tanto desafortunada, pero no me parece justo juzgar tan tajantemente el primer trabajo de alguien, y mucho menos bajo las condiciones dadas. Todos en el mundo de la moda le auguramos lo mejor, tanto porque conocíamos ya su trabajo, y por todo lo que la marca representa. Pero la verdad es que Burton no lo ha hecho mejor. Ha depurado sus conceptos e ideas, y bastante, al punto de haber presentado ya colecciones que distan totalmente de su primera, que son coherentes, y hasta un tanto propositivas. Pero no lo ha hecho mejor.
Su colección de Primavera/Verano 2013 se basa, principalmente, en la reutilización de trucos ya vistos en la moda.
Es una colección bastante extraña, muy repetitiva, y no cumple. Es extraña porque es demasiado obvia. Burton es (o era) una excelente conceptualizadora, porque, como mencioné, siempre encontraba la manera perfecta de depurar las ideas de McQueen, y cuando le tocaba crear (como en el caso de las colecciones Pre-Otoño y Resort), lo hacía de manera soberbia, tomando un concepto o una idea y transformándolo, dando un resultado para nada obvio; sin embargo la inspiración y concepto detrás de esta colección se pasa de obvio, al punto de verse tonta la "traducción" (entre comillas porque no hay nada traducido, es todo literal) de los paneles y enjambres. Es repetitiva porque no se renueva dentro de sí misma, e incluso sigue un patrón bastante aburrido: dos/tres salidas (outfits, cambios, atuendos, conjuntos, o como usted prefiera) increíblemente parecidas, con una que otra muy ligera variación, y asi transcurre la colección entera.
Finalmente, la colección en conjunto no cumple porque no es lo que se espera de una marca que lleva el nombre de alguien tan hábil y dotado como lo fuera Alexander McQueen. Yo sé que hay una gran discusión, especialmente esta temporada, respecto a los diseñadores que les toca trabajar para, y bajo, nombres inmensos, y sé que, en todos los casos, hay una idea generalizada que plantea lo injusto, e incluso irrespetuoso, que es comparar al diseñador con el fundador de la casa. Pues a mi no me parece injusto, porque es imposible separarlos, y aunque cada quien es completamente diferente en su manera de crear, siempre debe tenerse en mente, en estos casos, que no se está diseñando para uno mismo, sino para la casa de moda en la que se está trabajando. Injusta e irrespetuosa es la Primavera de Sarah Burton para Alexander McQueen.
Sebastián Gaspar
